Pedriza indómita. Umbría Calderón - Corral Ciego.

La zona próxima a la cara norte del Yelmo está surcada por dos o tres hoces estrechas y escondidas por las que se accede a los remotos Corral Ciego y Jardín del Predicador. Son lugares laberínticos y muy poco visitados, ideales para los excursionistas que prefieren los parajes solitarios y los senderos poco pisados. La pradera del Yelmo puede estar atestada un fin de semana de buen tiempo y sentirnos, aquí, a pocos metros de aquella como exploradores en un territorio desconocido.


Aunque el gentío que se acumula en Canto Cochino un sábado o un domingo por la mañana pueda hacernos pensar lo contrario, en La Pedriza hay rincones en los que raramente nos cruzaremos con otros excursionistas. Un buen ejemplo son las hoces que surcan ese espacio anexo a la cara norte del Yelmo.
Llegar al gran domo por este territorio salvaje y enriscado nos dejará un magnífico sabor de boca y muy buenas fotos de la Pedriza Posterior.

Partimos de Canto Cochino, que, como se sabe, es el kilómetro cero de numerosas excursiones pedriceras. Cruzaremos el joven río Manzanares por el puente de las Ranas y al otro lado empezaremos a caminar por el sendero PR-M2  llamado coloquialmente La Autopista; no cuesta imaginar el porqué. Por él iremos ganando metros hasta llegar a una pasarela de madera que cruza el arroyo de la Majadilla y que utilizaremos para pasar al Prao Peluca, en cuyas inmediaciones se levanta el refugio Giner de los Ríos, que lleva más de un siglo dando servicio a montañeros y escaladores.


El refugio es propiedad del club Peñalara. Ahora tendremos que seguir el sendero GR 10 que, en suave subida, nos llevará hasta una de las más emblemáticas peñas de La Pedriza: el Tolmo.


Una enorme roca de 73 metros de perímetro, 15 metros de altura y un peso aproximado de 500 toneladas, acostada en medio de una pradera, que cayó rodando de la zona de los Pinganillos o de La Maza. Una leyenda la convierte en mojón fronterizo puesto allí por dos pueblos, uno de la Pedriza Anterior y otro de la Posterior, en constante guerra, que erigieron además El Centinela para vigilar que se cumpliera el tratado acordado por ambas Pedrizas. En el Tolmo, una placa instalada en 1915 recordaba la insigne figura de Giner de los Ríos, creador de la Institución Libre de Enseñanza, un ente que promocionó la naturaleza como aula.

La plaza fue rota por los vencedores de la Guerra Civil, que también cambiaron el nombre del refugio. Con el retorno de la democracia, el refugio recuperó su nombre, pero la intención de volver a colocar la placa fracasó. La réplica de esta se encuentra en el Centro de visitantes del parque nacional.

Después de descansar y hacer las fotografías de rigor, toca enfrentarse a la terrible cuesta de la Umbría de Calderón, que no es, precisamente, la zona más amigable de La Pedriza.


Aparte de la lógica dificultad del ascenso, hay que sumar la obligada travesía de unas placas que, si están mojadas, son peligrosas, de modo que, si ha llovido recientemente o hay nieve o hielo, mejor desistir.



Tenemos ante nosotros una alfombra verde de gayuba, el arbusto rastrero tan típico de estos berrocales. A la izquierda vemos la Mujer y el Hato y el Centinela, encargado de velar por la paz, y, a la derecha, la Maza, el Hombre Sentado y la Bola de San Antonio.



Ahora viene lo verdaderamente divertido de la ruta: un caos de rocas y canales por el que tendremos que navegar. Estamos en los dominios del Predicador. Pero no intentéis buscarlo. Aquella peña que Constancio Bernaldo de Quirós describió como “una especie de ídolo vertical que levanta el índice al cielo en un misterioso gesto..." ya no está, o al menos no completa.



El bolo que componía la cabeza desapareció hace tiempo, quién sabe si por algún movimiento telúrico o si fue la acción conjunta del agua, el hielo y la ley de la gravedad la que lo descabezó. El predicador decapitado está justo a la derecha de la estrecha portilla del Predicador. Domingo Pliego, incansable excursionista, gran conocedor de La Pedriza y autor de una foto de 1956 en la que aún se ve completo el Predicador, cuenta que, en una ocasión, un grupo de amigos estuvieron pateando todo el entorno, dentro y fuera del jardín del Predicador, buscando infructuosamente la cabeza.

En esta entrada de Rafa de su magnífico blog Guadarramaymas, tendréis más información sobre el predicador.

El Predicador año 1956, con cabeza (Domingo Pliego)

Un poco más adelante llegamos al Jardín del Predicador, un lugar fabuloso por el que suelen rondar las cabras monteses.


Nos asomamos a un precioso mirador sobre el Hueco de las Hoces, el día es radiante y aprovechamos para hacernos unas fotografías vistosas.




 Tenemos un ejemplar de macho cabrio que no pierde ojo de todos nuestros movimientos, pero permanece inmutable a nuestro deambular por su territorio.



Volvemos sobre nuestros pasos y giramos a la derecha para bordear una gran mole granítica por un callejón tras el cual llegamos a una pequeña zona llana.


La cima de un gran bloque de roca es el mejor balcón para gozar de las espectaculares vistas de La Pedriza. Aquí arriba existen una serie de pilancones  muy fotogénicos y unas vistas verdaderamente sorprendentes.


Al bajar de la roca transitamos por otro callejón, mucho más fácil que el anterior, que nos da acceso al Corral Ciego.


Se trata de una pradera entre paredones graníticos, riscos y peñas que conforman un rincón incomparable. Realmente es una plaza, y para acceder o salir hay que hacerlo por uno de los callejones, pasando desapercibida para los caminantes que pasan a su lado.


Se podría subir por el callejón que tenemos enfrente nuestro, y que deja a la Maza a la izquierda, hasta el collado de la Vistilla y de ahí al Yelmo, pero hoy tenemos la vena exploradora y entramos en otro callejón con rumbo este que deja la Hoz Cimera a nuestra izquierda.




Tenemos el Yelmo enfrente nuestro en todo momento. Si miramos hacia atrás veremos la Bola de San Antonio al final del callejón. Llegamos a las inmediaciones del collado de la Vistilla. Frente a frente tenemos el gran domo del Yelmo (o del Diezmo), y rodeándolo, por un sendero que se multiplica por la ladera cubierta de jaras, llegamos a la gran pradera donde se asienta el Yelmo.




Nos apartamos un momento para ver un mirador secreto que he decidido no divulgar por motivos de conservación de las aves que habitan en sus inmediaciones.




Rodeamos el Yelmo por el collado de la vistilla, frente a nosotros tenemos el imponente cerro de San Pedro.



Transitamos por la pradera del Yelmo. Aquí decidimos acercarnos a ver la Muralla China que nos gustó mucho la última vez que estuvimos por allí.


Nos acercamos también a un gran peñasco desde el que tenemos unas vistas panorámicas del embalse de Santillana.





Nos dirigimos a la cueva de las brujas, me sorprende ver que el sendero que hicimos en Junio del año pasado ha sido hitado y ahora es mucho más sencillo acceder a ella.
Previamente, pasaremos por el vivac del bizcocho y me alegra comprobar que sigue en buenas condiciones.



Entramos por una abertura al interior de la cueva, nos tocará hacer un pequeño destrepe sin ninguna dificultad.


Nos encontramos en su interior y algunos recordamos la primera vez que la descubrimos y lo bien que lo pasamos al hacerlo.




Abandonamos la cueva para intentar bajar a la gran cañada, pero en vez de ir nuevamente a la pradera del Yelmo para bajar por el camino más habitual, intentamos hacerlo por un sendero poco transitado que conectará con el PR a la altura del collado de la Encina.


No es un sendero difícil, pero se encuentra muy abandonado, con lo cual tendréis que tirar de GPS y de intuición para intentar seguirlo.

Una vez en el PR el camino de vuelta es el acostumbrado de tantas excursiones, pasaremos por la gran cañada y luego nosotros decidimos bajar por el arroyo de los Huertos. Ya tenemos a la vista Cantocochino.


Solamente nos quedará cruzar el arroyo de la Majadilla y el río Manzanares para volver al aparcamiento de Cantocochino y dar por terminada esta estupenda jornada de montaña.


Gracias a los compañeros por este día tan fantástico.


IBP= 79
Distancia Total:            9.77 Km.
Desn.  subida:                   758m.
Desn.  bajada:                    758m.
Altura máxima:              1.665 m.
Altura mínima:               1.029 m.
Tiempo total:             8h:57:14 h.
Dificultad:                   Moderada.

PERFIL DE LA RUTA:









Comentarios

  1. Hola.

    En este laberinto que es La Pedriza, es fácil, salirse de las rutas habituales y descubrir un sin fin de parajes, donde apenas ha estado la gente. Me ha encantado el recorrido y me acuerdo perfectamente, de vuestra visita a la cueva de las Brujas.

    Por más veces que las veo, siempre me sorprende la "familiaridad" de las cabras de la Pedriza, con la gente. Menudas vistas que teníais desde esa plataforma rocosa, una maravilla de circular!.

    Salud y montaña.

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  2. Hola Eduardo,

    Muchas gracias por pasarte y comentar.

    La Pedriza es un paraíso para el caminante, como bien dices en cuanto te sales de los recorridos más habituales, es cuando empiezas a descubrir lo que es La Pedriza.

    Solamente te puedo comentar que cuanto más conozco la Pedriza, menos la conozco.

    Un abrazo!

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  3. Hola,

    Hace unas semanas hice la ruta de las cuevas que publicaste en el blog y me lo pasé pipa, muchas gracias por compartir. Reconozco que me costo un poco encontrar la salida de la cueva de las brujas y su descubrimiento fue como colón dando con América, jeje. Un saludo!

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    Respuestas
    1. Hola win2kred,

      Muchas gracias por pasarte y comentar.
      Me alegro de que te haya gustado la ruta de la cueva, la salida no es complicada, pero yo creo que ahí radica el encanto de estos rincones, indagar y descubir por uno mismo y llegar a destino.

      Un saludo!

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