Risca de Valdeprados: Recorrido por uno de los rincones más bellos de Segovia.

Valdeprados se encuentra a unos 25 kilómetros de Segovia, en la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, concretamente en el Sexmo de San Martín. Su nombre significa "valle de los prados", además, cuenta con una pedanía llamada Guijasalbas y un despoblado conocido como Carrascal. Pero no os dejéis engañar por su aparente tranquilidad, porque Valdeprados esconde muchos secretos y sorpresas.

Valdeprados destaca por su patrimonio histórico y natural, que lo convierten en un destino ideal para el turismo rural. Entre sus monumentos más emblemáticos se encuentra el torreón de los condes de Puñonrostro, una fortaleza medieval del siglo XVI que fue residencia de los señores del lugar, entre ellos el obispo de Segovia Juan Arias Dávila. El torreón está declarado Bien de Interés Cultural y alberga la leyenda del caballo Reventón.


El Torreón de los Condes de Puñonrostro es una de las pocas construcciones defensivas que se conservan en la provincia de Segovia. Se cree que fue levantado en el siglo XV por la familia Arias Dávila, una de las más influyentes de la época, que ostentaba el título de Condes de Puñonrostro. El nombre de este condado proviene del hecho de que uno de sus antepasados, Juan Arias Dávila, mató a un león con un puñal en el rostro.
En la veleta se puede ver la figura de un caballo y en la puerta de la finca hay una escultura del animal realizada por el escultor Luis Antonio Sanguino.


Leyenda del caballo: El Caballo del conde era un animal noble y fiel, que había acompañado a su dueño en muchas batallas. El rey le había prometido al conde una gran recompensa por su valor, pero el conde no se conformaba con poco. Quería poseer todas las tierras que pudiera ver desde su caballo. Así que, una mañana, salió a toda velocidad por los caminos, sin importarle el cansancio ni el sufrimiento de su montura. El caballo corría y corría, sin detenerse ni un instante, hasta que su corazón no pudo más y se desplomó en el suelo. El conde se bajó de él y lo acarició con tristeza. Había perdido a su mejor amigo y compañero. Para honrar su memoria, mandó construir un torreón en aquel lugar y colocó una veleta con la forma de un caballo en lo alto. Así, cada vez que el viento soplaba, el caballo parecía revivir y galopar por el cielo.


El torreón tiene una planta rectangular y está realizado en mampostería. Sus ventanas le dan un aspecto más abierto que otras fortalezas similares y sus balcones, protegidos por antepechos con troneras, le confieren una elegancia singular. El torreón está coronado por un almenado (remate superior del muro formado por una serie de salientes y entrantes) que le da un carácter militar.


El torreón ha pasado por varias manos a lo largo de los siglos y ha sufrido algunas modificaciones y restauraciones. Actualmente, pertenece a la familia del escultor Luis Sanguino, que lo utiliza como vivienda y estudio. Luis Sanguino es un artista de renombre internacional, que ha realizado obras para diversos países y ciudades. Entre sus obras más conocidas se encuentran el Monumento a la Constitución en Madrid o el Monumento a los Inmigrantes en Nueva York.
En 1990, Luis Sanguino se instaló en Valdeprados, donde encontró la tranquilidad y la inspiración que buscaba. Allí sigue viviendo y trabajando en su torreón, rodeado de naturaleza y arte. Si tenéis la oportunidad de visitar este pueblo, no dejéis de admirar su obra y su monumento histórico.


Frente al palacio tenemos la iglesia parroquial de Santa Eulalia de Mérida, un edificio de estilo herreriano que se adorna con una esbelta torre campanario. El interior de este templo se embellece con un retablo mayor realizado en 1791, en el que se mezclan los estilos barroco y neoclásico. La iglesia está dedicada a Santa Eulalia de Mérida .


También nos encontramos con una bonita fuente y con una piedra con forma de canal que ya vimos previamente en la excursión que hiciomos por Peguerinos a la cantera de Navalacuerda que recuerda la pertenencia de esta villa al Sexmo de San Martín.


Los sexmos son una antigua unidad territorial que formaba parte de la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia. Esta comunidad era una asociación de pueblos que se regían por sus propias leyes y costumbres bajo la tutela de la ciudad de Segovia. Dividida en 13 sexmos, cada uno con su propio alcalde y representantes, actualmente solo quedan 10 sexmos que han conservado su identidad y tradiciones a lo largo del tiempo.


Uno de los símbolos más emblemáticos de esta comunidad es el acueducto de Segovia, una obra maestra de la ingeniería romana que abastecía de agua a la ciudad. En 1988, la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia obsequió a cada pueblo perteneciente a un sexmo con una piedra con forma de canal, similar a las que componen el acueducto. Estas piedras se colocaron en lugares visibles de los pueblos, como plazas, parques o calles, para recordar el vínculo histórico y cultural que los une con Segovia y con el resto de los sexmos. Estas piedras son un testimonio de una época en la que los pueblos se organizaban de forma autónoma y solidaria, y un símbolo de unidad y diversidad que trasciende las fronteras provinciales.


Tambien encontramos la estatua de San Pedro, una escultura medieval de bronce que está en un jardín junto a la torre y se puede ver desde la calle. Es un ejemplo del clasicismo en la escultura europea del siglo XIII, pero también tiene algunos detalles antiguos en los ropajes.


Como podéis comprobar esta población tiene mucho que ofrecer al visitante, pero también al excursionista ya que alberga una pequeña joya natural, La Risca de Valdeprados.

La risca de Valdeprados es un cañón fluvial formado por el río Moros en la provincia de Segovia, cerca del pueblo de Valdeprados. Tiene unos 300 metros de longitud y unas paredes de hasta 40 metros de altura, formadas por rocas metamórficas llamadas gneis. Es un lugar ideal para hacer una ruta de senderismo y disfrutar del paisaje y del sonido del agua.


Para llegar a la Risca de Valdeprados hay que seguir un sendero que parte desde el pueblo. El sendero tiene unos 1,5 kilómetros de longitud y es muy fácil de seguir, apto para toda la familia. El primer tramo discurre por una pista forestal ancha y sin desnivel, hasta llegar al puente sobre el río Moros.


Aquí hay que detenerse a contemplar el llamado Puente de los Enamorados, un antiguo puente medieval que solo conserva los pilares de piedra y que ha sido reconstruido con madera.


Según la leyenda, este puente era el lugar de encuentro de dos jóvenes enamorados, Rodrigo y Guiomar, que pertenecían a familias rivales y que murieron abrazados por la tristeza de no poder estar juntos.

Desde el puente hay que seguir el sendero que va paralelo al río Moros. Este tramo es más estrecho y tiene algunas zonas con piedras sueltas, pero no presenta dificultad. Al cabo de unos minutos se llega al mirador de la Risca, desde donde se puede apreciar la belleza del cañón y las vistas de la sierra de Quintanar y la llanura castellana.


El mirador es un buen lugar para hacer una parada y disfrutar del entorno, escuchar el sonido del agua y observar la flora y la fauna del lugar. Entre las especies vegetales destacan las encinas, los chopos, los sauces y los helechos. Entre las especies animales se pueden ver aves rapaces como el buitre leonado, el águila real o el halcón peregrino, así como mamíferos como el jabalí, el zorro o el corzo.


Continuamos por la margen del río Moros y nos encontramos con el molino del tío Jacinto, que parece que fue de cierta importancia ya que tiene un buen tamaño y en su interior aun quedan los restos de varias maquinarias usadas antaño. Nos impresionó ver cómo la naturaleza se había ido apoderando de este lugar, con las plantas creciendo entre las piedras y los pájaros cantando en el tejado.


Nuestra intención era visitar el despoblado de Guijasalbas, un pueblo que quedó abandonado en los años 60 y que conserva algunas casas y una iglesia en ruinas. Pero tras pasar una cerca, nos dimos cuenta que el pueblo se encuentra dentro de una explotación ganadera que se encuentra vallada, y que no podíamos acceder sin permiso. Nos dio mucha pena no poder ver este lugar, que tiene mucha historia y misterio. Así que decidimos seguir nuestro camino y volver por la orilla contraria del río.


Cruzamos el río por el puente y tras pasar por otras dos cercas (aquí nos tocará saltar una de ellas) y continuamos el regreso por el río Moros.


 En esta parte del recorrido nos encontramos con los restos de una mina de caolín, que se encuentra vallada también. La mina se encuentra en un estado de deterioro y abandono, y se nota que hace mucho tiempo que nadie trabaja allí. El caolín es un tipo de arcilla blanca que se usa para hacer porcelana y otros productos cerámicos. Nos pareció curioso ver cómo este lugar había sido fuente de riqueza y trabajo para muchas personas, y ahora solo quedaba el silencio y el olvido.


Regresamos a la Risca por el otro lado, donde los narcisos se multiplican entre las rocas escarpadas. Estas flores amarillas y fragantes han hallado un lugar ideal para crecer en este paisaje agreste. Es un espectáculo ver cómo se asoman entre las grietas y contrastan con el azul del cielo.


Decidimos almorzar aquí y no podríamos haber elegido un lugar más perfecto. Ante nosotros se extiende una impresionante vista de la Risca en todo su esplendor.


Llegamos al camino que une los pueblos de Valdeprados y Vegas de Matute, nos dirigimos dirección S hasta este último, antes de llegar nos encontramos con la Cruz de las Vegas y con la ermita del Rosario.


Vegas de Matute es un municipio situado en la falda de la Sierra de Guadarrama, a unos 30 km de Segovia. Tiene un rico patrimonio artístico y natural, destacando la iglesia gótica de Santo Tomás de Canterbury, obra del maestro Juan Gil de Hontañón, y dos palacios del siglo XVI.


La iglesia de Santo Tomás de Canterbury es una joya del arte gótico en la provincia de Segovia. Fue fundada por la familia Segovia, que tenía una gran devoción por el santo inglés que murió mártir en el siglo XII. La iglesia tiene una planta de cruz latina con tres naves y un ábside poligonal. Lo más destacado es la capilla de San Pedro, donde se conservan dos tablas del retablo original que se salvó de un robo en 1987. La capilla fue la primera parte que se construyó, por encargo de D. Pedro de Segovia, que quiso ser enterrado allí junto a sus padres. La obra se atribuye a Rodrigo Gil de Hontañón, el famoso arquitecto del Renacimiento español.



La ampliación de la iglesia se realizó a finales del siglo XVI, con la colaboración de los vecinos de Vegas de Matute, que pagaron los diezmos para sufragar los gastos. La iglesia de Santo Tomás de Canterbury es un ejemplo de la riqueza histórica y artística de esta zona de Segovia.

Pero lo que más llama la atención son los hornos de cal del Zancao, un conjunto de hornos que se usaron para producir cal desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XX.


Estos antiguos artefactos que servían para producir cal a partir de rocas calizas. La cal se utilizaba para construir los muros de cal y canto que aún hoy podemos admirar en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Los hornos de cal del Zancao son un conjunto de siete hornos que se encuentran en el municipio de Vegas de Matute, en la provincia de Segovia. Estos hornos fueron restaurados recientemente y se han convertido en un atractivo turístico que ofrece un itinerario interpretativo para conocer su historia y su funcionamiento.


Lo más curioso de estos hornos es que tenían unos portales o solares donde el calero se alojaba durante el proceso de cocción. El calero era el encargado de vigilar el fuego y controlar la temperatura del horno, que podía alcanzar los 1000 grados centígrados. La cocción duraba unos tres días y medio, y se sabía que estaba lista cuando las piedras se volvían blancas. Entonces se extraía la cal viva y se apagaba con agua para obtener la cal hidratada.


La piedra que se usaba para hacer la cal se recogía de los montes y de las canteras cercanas. Se elegían las más blancas y puras, ya que tenían más contenido en carbonato cálcico. La piedra se colocaba en el interior del horno siguiendo un orden determinado para facilitar la circulación del aire y el calor.


Los hornos de cal del Zancao son un ejemplo de la arquitectura tradicional y del patrimonio industrial de la zona.

Después de hacer una breve parada, reanudamos nuestra ruta tomando un sendero que se extiende hacia el este. A medida que avanzamos, nos encontramos con un paisaje dominado por extensos campos de cultivo, que lucen especialmente exuberantes en esta temporada.


Continuamos el camino hacia el embalse de los Ángeles de San Rafael, un embalse recreativo en la urbanización de los Gil en Segovia que retiene un millón de m³ de agua para uso recreativo mientras el río del que se sirve vive una catástrofe ecológica. El embalse privado se encuentra situado en la urbanización de Los Ángeles de San Rafael, promovida por el desaparecido Jesús Gil, y sólo tiene autorización para uso recreativo, con obligación de mantener el mismo caudal de agua de salida que de entrada para mantener la biodiversidad del río.


Este tramo es el que menos me ha gustado, quizás la proximidad de una mina y que esperaba que se pudiera pasar al embalse tengan la culpa.

Después de cruzar la carretera SG-722, seguimos el sendero que bordea el río Moros. Es una ruta muy agradable en primavera, con el verde de las encinas y el sonido del agua. Al otro lado del río, podemos ver la ermita de Nuestra señora del Rosario, una de las tres ermitas que se encuentran en la localidad de Vegas de Matute. Es un lugar de culto y de encuentro para los habitantes de la zona.


Después de seguir el sendero, nos desviamos brevemente para explorar la cueva de los Cesteros, una pequeña cavidad ubicada en la ladera de roca caliza que se extiende a lo largo del camino.


A lo lejos ya avistamos Valdeprados, donde finalmente llegamos para poner fin a esta maravillosa jornada, en la que nos sorprendió la belleza de sus paisajes y la riqueza histórica que guarda. Espero que hayáis disfrutado tanto como yo.



   

 DATOS DE LA RUTA:

IBP=                                           44
Distancia Total:             15,28 Km.
Desn.  subida:                    226 m.
Desn.  bajada:                    226 m.
Altura máxima:               1.054 m.
Altura mínima:                  920 m.
Tiempo total:                6:15:43 h.
Dificultad:                    Moderada.   
   





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Comentarios

  1. Menuda vuelta buena que disteis... preciosa zona la risca una joya. Saludos

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    Respuestas
    1. Hola familia,
      Muchas gracias por pasaros por este pequeño rincón. Realmente me sorprendió mucho Valdeprados, da gusto pasear por sus calles e ir descubriendo detalles en cada rincón.

      Un abrazo!

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